La Freddy en una rockola caraqueña
En sus primeras actuaciones en Televisión le tocó alternar con Benny Moré, quien la elogió efusivamente generando aquel comentario de ella: “Ya me puede dar otro infarto ahora mismo después de escuchar al Benny decir lo que dijo”.
18 de septiembre de 2024 Hora: 03:57
Si ella era capaz de levantar de sus asientos a un público de cabaret como si fuera una sala de teatro sólo por el poder y lo cautivante de su voz y repertorio, no queda duda de que era grande.
Una tarde de semana, y estando en labores periodísticas recibimos la llamada del investigador Henrique Bolívar Navas convocándonos a un modesto, pequeño y cálido bar en la tradicional zona caraqueña de La Pastora. El local contaba con una rockola a la que el también melómano tildaba de rockola seria y bien nutrida. De esa rockola (victrola, sinfonola, vellonera, traganíquel, nombres según el país) no salían temas convencionales de los que se escuchaban por radio. De esa rockola salían voces, grupos, tríos, y hasta grupos instrumentales de alta calidad y casi desconocidos.
Allí, en ese pequeño bar ya desaparecido, salió de la rockola la voz de La Freddy, desconocida para la periodista. Precisamente Bolívar Navas había convocado para hablar de ella pues la pudo apreciar en diversas apariciones televisivas, y seguir sus pasos (vía prensa, radio y tv) bien fuera en el Club Pasapoga o en el Coney Island. Para el momento de la visita de La Freddy a Caracas, este locutor y productor ya era un preguntante y un naciente investigador de profundidades musicales. Así, la visión de La Freddy, fabuloso personaje que hizo del bolero una carta de fama tan intensa como fugaz fue compartida por Bolívar Navas.
¿Fredesvinda, o Fredelina?
Se tejieron muchas informaciones cruzadas y leyendas en torno a ella, su nombre, su lugar de nacimiento, su familia, sus padres y por lo tanto sus apellidos, su extrema obesidad, su corazón enfermizo, su descendencia y su precaria vida que alzó un vuelo desconcertante en tierra ajena, en casa ajena, y siembra eterna en un cementerio ajeno en el que por gracia de Dios la solidaridad de sus colegas confirió dignidad, allí, en Puerto Rico, donde falleció.
Si ella era capaz de levantar de sus asientos a un público de cabaret como si fuera una sala de teatro sólo por el poder y lo cautivante de su voz y repertorio, no queda duda de que era grande, más grande que su obesa figura y sus gruesos labios, su sencillez extrema y los infortunios que jamás la abandonaron.
Freddy (Ela O’Farrill)
Las primeras pesquisas apuntaron al nombre de Fredesvinda García Valdés, nacida en Camagüey, Cuba, en 1933. También indicaban que contando con 12 años de edad viajó a La Habana, sin ofrecer pistas de si llegó junto a sus padres ni en qué momento llegó. Hay alguna coincidencia en el sentido de que a los 12 años se empleó como servicio doméstico para poder mantenerse en una habitación alquilada. Luego vendría al mundo su hija Grisel (o Gisel) traída al mundo presumiblemente en 1951, cuando esta mujer tenía 17 años.
Bueno, todas estas pesquisas con el tiempo han entrado en contradicción con otras al aparecer datos relevantes que indican que. no se llamaba Fredesvinda, sino Fredelina, que no había nacido en Céspedes, Camagüey, sino en La Habana el 11 de noviembre de 1934, y que sus padres tuvieron nombre y apellido, Justo García y Manuela Herrera. En una oportunidad y en una entrevista radial, La Freddy señaló que ella era de la zona, del reparto de El Cerro, en La Habana.
Es en la década de los cincuenta cuando ella se revela no masivamente pero sí para quienes visitaban un bar al que ella iba cuando salía de trabajar. Ese bar, de nombre “Celeste”, ubicado en el cruce de las calles Humboldt e Infanta habaneras se convirtió no solo en su sostén emocional sino hasta económico porque algo le dejaba ese canto para ayudar a sobrellevar su situación, aunque fuera para comprar sus eternos cigarrillos “Salem” y cancelar sus tragos. Es decir que el “Celeste” representó de alguna manera un inicio profesional. Los testimonios aseveran que ella llegaba de noche y todo se paralizaba, en la mesa que escogía ponía sus cigarrillos y pedía “su trago de siempre” y cualquier mesero sabía cuál era el trago, seco, colocándolo frentea aquella inmensa mujer que comenzaba a cantar cuando se apagaba la rockola y ella, con una portentosa y poderosa voz de contralto, estremecía a todo el que la escuchaba. En el “Celeste” fue bautizada como La Freddy, quedando el nombre bautismal a un lado, para siempre.
Ya la extraordinaria compositora y bolerista Marta Valdés la había escuchado allí y habían hecho amistad verdadera; ya había estremecido a la compositora Ela O’Farrill, invitada una noche a la casa donde Fredesvinda cantaba mientras trabajaba en la cocina, y luego había estremecido a Aída Diestro, quien lograría convencerla de dejar el “Celeste” para ir al hotel Capri, tan de moda, tan lujoso, tan …
Los investigadores también señalan que fue allí en el Capri donde comenzaron sus contactos comerciales tanto con un mánager como con un productor discográfico y un cierto jet set habanero que incluía a artistas y disqueros. Estando en el Capri le llegó la oportunidad de acceder a la televisión a través del programa “Jueves de Partagás”, muy popular entonces. En sus primeras actuaciones en Televisión le tocó alternar con Benny Moré, quien la elogió efusivamente generando aquel comentario de ella: “Ya me puede dar otro infarto ahora mismo después de escuchar al Benny decir lo que dijo”.
Sabemos también que esta mujer grabó un solo disco que contó con la dirección y arreglos de Humberto Suárez, el autor de aquel tema que muchos recordamos en la voz de Roberto Ledezma: “Con mi corazón te espero” (“pero el amor es más fuerte/ que el poder del mundo entero y allá/ allá al final del camino/ con mi corazón te espero”).
Bésame mucho (Consuelo Velázquez)
El empresario disquero fue Jesús Goris, exitoso dueño del sello Discos Puchito, activo en la isla a pesar de las circunstancias políticas del momento, y el mánager personal de la Freddy fue Néstor Baguer. Todos coinciden en afirmar que los arreglos musicales para ese disco no estuvieron a tono con la calidad de voz ni la intencionalidad emocional de La Freddy, pero ahí está el testimonio, el único que queda registrado fielmente del paso de esta intérprete por el mundo del disco. El LP, con 12 temas, fue titulado “Noche y día. Freddy con la orquesta de Humberto Suárez”. La portada del disco no fue afortunada, pero nada paró al público cubano que salió a agenciarse un ejemplar. Es que eran la voz y el repertorio, la voz y el alma de aquella criatura. El disco salió al mercado en abril de 1960, año en que La Freddy inició su primera y única gira internacional. Hay analistas de la vida y obra de La Freddy y Bolívar Navas fue uno de ellos que señalan el momento difícil del inicio de la carrera pública de la joven intérprete. Por un lado, la situación política con el triunfo de la Revolución implicaba cambios, y muchos empresarios y artistas se sintieron afectados. También estaba el detalle de una alta competencia musical en las noches habaneras, sobre todo en el campo de las mujeres. La Lupe, Elena Burke, Moraima Secadas, Olga Guillot, la propia Marta Valdés y otras más copaban los escenarios.
El hombre que yo amé (George Gershwin)
La salida internacional
A finales de septiembre de 1960 Freddy sale a cumplir su primer contrato internacional firmado con el cantante, actor y luego empresario Hugo Romani, de origen argentino, quien la lleva a presentarse en Venezuela, en programas de Radio Caracas Televisión. Romani era productor principal y enlace musical de Renny Ottolina, el famoso presentador de la televisión venezolana. Romani también consiguió las contrataciones en el Club Cabaret Pasapoga y en el centro de atracciones Coney Island junto a otros artistas cubanos en un espectáculo producido por el coreógrafo Gustavo Roig, y donde, sin dudas, La Freddy fue también la sensación del momento.
La investigadora Rosa Marquetti, en su excelente trabajo: https://www.desmemoriados.com/freddy-anda-por-las-calles/
señala que del paso de la vocalista por Caracas y la favorable reacción que motivó, da fe la reseña que el 22 de octubre de 1960 publicara el periodista cubano (no era venezolano) Bernardo Viera Trejo, quien habiendo abandonado a Cuba en marzo de ese año fue asimilado por la revista Elite, en Caracas. Viera escribió: “Desde hace una semana Freddy estremece a los venezolanos con su estilo limpio, original, purísimo. Por la noche, la pista del night club donde trabaja se llena con su cuerpo y el night club todo se llena con su voz redonda y sonora que se parece a ninguna. Freddy es aplaudida una vez. Y otra. Y otra más. Y canta diez y doce canciones cada noche. Entonces nadie ve el tronco de mujerota: todos ven su voz, su pureza, la ternura de sus expresiones. Una vez más, la ley de la compensación.”
De Venezuela iría a México sin pasar por su Cuba natal. Quedaban en La Habana, el “Celeste”, El Capri, diversos locales donde dejó su huella, sus amigos, sus cigarrillos Salem. También quedaba su única hija, Grisel o Gisel, quien fue cobijada por una amiga del reparto habanero de su infancia: El Cerro.
En México no se logró la grabación de un segundo disco que iba a ser dirigido por Julio Gutiérrez, el talentoso músico cubano autor del bolero “Inolvidable”; también hubo problemas económicos contractuales. La Freddy entonces optó por viajar a Miami , ingresando a territorio estadounidense el 5 de abril de 1961 para desde allí salir a Puerto Rico. De Miami saltó a San Juan de Puerto Rico. Llegó como huésped del compositor y pianista cubano Bobby Collazo quien para entonces residía en San Juan.
Cosas de la vida, con ella se cumplió el título del famoso tema de Collazo “La última noche”, porque efectivamente en la casa del músico estuvo cantando el 30 de julio para fallecer, por infarto, al día siguiente, 31 de julio de 1961. Sería la afamada cantante Myrta Silva quien coordinaría colectas y actos para sepultar a La Freddy con decoro, con dignidad, en el cementerio de la capital. No es un dato menor que en el acta de defunción esté identificado como asentado en Río Piedras.
Marta Valdés compositora y escritora cubana, en una serie de escritos publicados en Cubadebate, comparte con ternura y veracidad episodios vividos junto a La Freddy y apunta los pasos de Freddy por México y por Puerto Rico.
http://www.cubadebate.cu/temas/cultura-temas/2010/09/25/freddy-la-cantante-continua/
http://www.cubadebate.cu/temas/cultura-temas/2010/10/03/freddy-la-cantante-sigue/
http://www.cubadebate.cu/temas/cultura-temas/2010/10/10/freddy-la-cantante-conclusion/
Culminaron así los tres años de su gloria, en sus 26 años de difícil vida en los que no perdió sus ganas de soñar a pesar de haber sido una anónima mujer trabajadora en su Habana de querencias.
El único disco de La Freddy. Pieza de colección.
Autor: teleSUR - Lil Rodríguez